Días laborables: 18,00 – 18,30*
Sábados y vísperas: 19,00* – 18,30
Domingos y festivos: 10,30 y 12,00
La ermita empezó a construirse en 1584 por el Cabildo de Tenerife, en agradecimiento al Santo Patrón, por acabar con las víctimas de la peste bubónica de 1582. El recinto construido incluyó todo el solar dónde se habían enterrado las víctimas de la epidemia. Durante centurias fue el Cabildo quién se ocupó de su dotación y mantenimiento, con épocas de mayor o menor fortuna. En 1862, la iglesia fue cedida a la autoridad militar para que sirviera de hospital con carácter provisional. Ha sido restaurada completamente en 1955
Con respecto a la Iglesia, se trata de una edificación de una sola nave, cubierta de madera, con capilla mayor. Modernamente se le añadió una capilla lateral del lado del Evangelio.
Desde el punto de vista arquitectónico, lo más notable de la edificación se encuentra en el pórtico de la fachada principal, al que se accede por tres gradas de piedra volcánica. Se trata de un cuerpo de piedra rojiza poco corriente en otras ermitas, de estilo tardo-renacentista, que proporciona nobleza y antigüedad al conjunto. Aparece estructurado por un arco de medio punto flanqueado por dos pilastras lisas con capiteles jónicos, de volutas con un pequeño follaje de hojas de acanto que soportan un entablamento rematado por el alero correspondiente al tejado. Las dos esquinas de la fachada principal se acentúan con las características fajas de piedra labrada. Remata el conjunto una graciosa espadaña de piedra volcánica, situada en el ángulo formado por el frente derecho de la fachada principal y la pared de la Epístola; adopta la forma de un pequeño templete – donde se abren dos arcos de medio punto- rematado por una sencilla moldura sobre la que descansa un elegante perillán.
Las dos paredes laterales son mucho más sencillas. En la fachada correspondiente a la Epístola se reconocen algunos elementos de la fábrica primitiva, a pesar de la restauración realizada en 1955: una antigua puerta enmarcada por arco de medio punto con dovelas muy acentuadas y una pequeña ventana adintelada rodeada por una moldura de cantería roja. Por el contrario, en la pared de la izquierda, del Evangelio, sobresalen los muros de una capilla. La cabecera de la ermita es cuadrangular y lleva adosada la sacristía.
El interior del recinto es amplio y ofrece una estructura completamente diferente a la que se puede apreciar en otras antiguas ermitas. El presbiterio apenas se distingue del resto de la nave debido a la ausencia del típico arco toral que actúa como elemento diferenciador. En consecuencia, la techumbre de la capilla mayor no ofrece esas características estructurales (disposición octogonal) que se aprecia en otras muchas ermitas. El artesonado que recorre sin interrupción la única nave de la iglesia es de par y nudillos, con secciones triangulares de madera reforzando las esquinas. Sus tirantes pareados, sostenidos por dos pares de ménsulas, ofrecen un gran interés por la belleza de los labrados. Sobre la puerta principal se desarrollan dos pequeñas tribunas para el coro, que descansan en pilares octogonales de madera rematados por zapatas y apoyados en basamentos cuadrados de piedra rojiza.
Actualmente el templo carece de retablo mayor, pero no siempre fue así: desde 1609 la imagen de San Juan Bautista se exponía en un retablo de madera que había sido fabricado por el carpintero Salvador López, pero con el tiempo llegó a desaparecer, sin que se sepan exactamente las causas. Los dos únicos retablos que hoy posee la iglesia, fueron realizados en talleres de La Orotava, en el primer tercio de nuestra centuria, siguiendo una temática barroca.
El 8 de mayo de 2000 se declara la Iglesia, sus bienes muebles vinculados, y el cercano Cementerio de San Juan Bautista, Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento.