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Este primitivo templo cuenta con referencias históricas que se remontan a los años iniciales del siglo XVI. Su importancia religiosa y cultural está ligada al contexto espacial, como centro de referencia de una zona esencialmente agrícola en el área de San Lázaro. Los vecinos de San Lázaro fabricaron entre 1505-1510 una rústica ermita al santo en el llamado camino viejo de la Villa.
Pero posteriormente, en 1535, fue trasladada al sitio donde hoy se emplaza. El fundador de esta nueva ermita fue Don Pedro de Vergara, que aparece en las fuentes documentales como repoblador, alcalde mayor y regidor en tiempos del primer Adelantado. Su devoción a San Lázaro se explica por la confesión que hacía en su testamento, de padecer “de la enfermedad que suelen llamar de bubas” (sífilis).
A mediados del siglo XVII se hizo necesaria la construcción de una ermita nueva debido al mal estado de la anterior, la cual fue costeada por un descendiente de Vergara; pero también entonces tuvo una existencia bastante precaria y volvería a ser reedificada en 1861.
En la actualidad podemos afirmar que el edificio entronca con la tipología de arquitectura tradicional canaria. Se trata de un edificio de una sola nave, de planta rectangular y 15 x 15 m, con capilla mayor separada de la nave principal mediante un arco toral rebajado sostenido por pilastras estriadas de madera. La nave cubre con un sencillo artesonado de madera forrado con un cañizo encalado.
Al exterior, la cubierta de teja árabe a dos aguas y una fachada ocupada por una portada de medio punto en piedra con bancos laterales. En el vértice de la fachada se localiza un sencillo campanario pétreo configurado por dos arcos de medio punto dispuestos perpendicularmente. A la traza primitiva se le adosaron en la década de los 80 una capilla de base cuadrada y cubierta a cuatro aguas y un módulo rectangular construido para comunicar la iglesia con una desaparecida escuela de niñas, de manera que en la actualidad ha permitido ampliar el espacio de culto. No obstante, estos añadidos recientes distorsionan la morfología original de la iglesia.
La Iglesia de San Lázaro, su bienes muebles vinculados y su entorno se hallan declarados Bien de Interés Cultural, con la categoría de monumento, desde el 25 de octubre del 2005.